Una vez una niña pequeña vino a visitar la casa. Ella se puso a jugar con las cosas bonitas almacenadas en el tocador y, de repente, notó al espejo triste. Intrigada, se miró en él con curiosidad. El espejo, a su vez, le devolvió una mirada tan divertida e interesada que la niña se echó a reir locamente. Feliz, el espejo empezó a reir también.
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